jueves, 10 de mayo de 2018

LOS PRÍNCIPES Y LA BRUJA




Hace mucho tiempo, en el reino de Piripitiña
vivían dos reyes, padres de un niño y una niña
Filipinto de nombre tenía el rey
Y bajo su mandato obedecían allí la ley
era gordo y calvo, y aunque esto no tenga relevancia,
yo así os lo describo como si fuera de suma importancia

Su mujer, Laurencia, de la casa se encargaba,
y cuando la cena lista estaba, a sus hijos así llamaba:
¡Simeón, María! Ya está la cena.
Venid rápido, hijos míos, que si se enfría será una pena.

Un día, María, unas luces divisó.
Curiosa, la chiquilla, quiso saber de dónde venían
y dejando a un lado lo que en ese momento hacían,
la aventura de estos dos hermanos así comenzó.

Aproximáronse pues los dos niños a la luz
y descubrieron que el origen de esta no más era
que la chabola de una antigua bruja hechicera
que tenía en la cima una gran cruz, hecha de madera

Como si fuera una bala de cañón
salió despedida por una de las ventanas
una botella de cristal enana
que le hizo un gran chichón a Simeón

-Ay! Gritó el chico, alarmando así a la bruja
y ésta salió por la ventana, porque era un poco maruja.
-Pequeñajo,¿estás bien?,¿acaso te he hecho daño?
-No lo sé, pero noto que en mi cuerpo hay algo extraño.
Maria, asustada gritó: ¡Estás desapareciendo!
Y Simeón, maldiciendo a la bruja dijo: ‘’¿Qué demonios me está haciendo?”

Tranquilo chaval, que no te estoy haciendo nada
Solo te vuelves transparente, como agua destilada
-¿Y hasta cuando estaré así?,¿hasta la primera media luna?
-Créeme que te lo diría, pero no tengo idea alguna…

Y como si las cosas no pudieran ir a peor
Un lejano grito, acompañado de un rico olor:
-¡Simeón, María! Venid a castillo,
que ya he preparado a cada uno su bocadillo.
Era la voz de la reina Laurencia,
conocida por su belleza
y su escasa paciencia.

La bruja, con sentimiento de culpa,
les quiso pedir perdón
y con tacto de algodón          
esta fue su disculpa:
-Perdonen, muchachos,
que con ustedes así me comporte
pero no me había percatado
de su pertenencia a la corte.

Se metió la bruja en la torre
en busca de alguna solución
que pudiera solventar
los efectos de esta poción.

Mientras tanto, Simeón,
que no veía donde pisaba
se resbaló con un poco de musgo
que por la lluvia húmedo estaba.
Manchósele así la funda de su espada
y al levantarse se podía apreciar
una invisible entidad embarrada.

Tras ver esto la bruja pensó
en cubrir al chico de algo
y tan satisfecha se quedó
que se dijo ‘’Porque yo lo valgo’’

Con prisa llegaron pues
los hermanos a castillo
y como si nada pasara entraron
con las manos en los bolsillos
Con los brazos cruzados estaban
el señor rey y su señora
que habían esperado la llegada de los chicos
por bastante más de media hora.

Al ver que Simeón
iba cubierto de algo blanco
Laurencia, furiosa le gritó:
¡Hoy te la arranco!
A por un paño fue
a la cocina de cabeza
y le limpió la carita a su niño
enfadada pero con delicadeza.

Al ver esto, María
lo dio todo por perdido
Si su madre se enteraba
de lo que había sucedido
ella ni se imaginaba
cuán grande sería el castigo.

Pero seguro que no tan grande
lo imaginaba María
Como la sorpresa que se llevó
tras lo que sucedió aquel día.

Tras quitar parte de lo blanco a Simeón
Su madre pudo ver la cara
de su hijito el cabezón
y a pesar de estar bien encasquetada
no le dio importancia a aquel pequeño chichón

Tras la cena, los hermanos,
visitaron a la hechicera
Querían darle las gracias
y preguntáronle los polvos que eran

La bruja, que por cierto,
tenía el nombre de Cristina
les dijo que su medicina
No fue más que harina.

Desde aquel día, si en Piripitiña, alguien empeora
Se le da sopita de harina, y normalmente mejora.

Martín Seijo, 1º Bachillerato C