sábado, 13 de febrero de 2016

Una tarde en Nueva York








Era un día de diciembre en el que justo después de salir del café Cigars me senté en un banco fuera para contemplar el panorama de aquella tarde de la elegante Nueva York.

Las hambrientas palomas trataban de buscar cualquier trozo de comida con el que poder alimentarse en la pisada y sucia nieve que cubría los suelos, por la que pasaban coches y trenes, llenos de gente apresurada que iba a comprar el pavo de Navidad.
Los árboles del parque parecían tener luz propia, ya que las farolas se escondían entre sus hojas amarillas, naranjas e incluso rojas de aquel largo otoño que se adentraba en el invierno, donde también las palomas reposaban en sus frondosas ramas, observando dónde podían pelear por su pan diario correspondiente.
Oí el trote de un caballo pisando la nieve, llevando un no muy elegante carruaje. Al dar la vuelta a la esquina el carruaje, la hermosa bandera de Estados Unidos comenzó a ondear ferozmente por la fuerte ráfaga de viento que necesitaba cruzar por donde estaba la bandera.
Justo enfrente de la bandera se encontraba una elegante farola que parecía cansada ya que se dejaba caer, en ella reposaba lo que parecía un nido artificial de pájaros.
La cámara indicó con un clic que ya había capturado el momento en imagen, por lo que podría plasmar mis sensaciones vividas aquella tarde en un cuadro, más adelante, cuando tuviera el tiempo necesario.

Leire Antía DBH 3E