jueves, 14 de enero de 2016

¿Qué me deparará el futuro?



   Me levanto y voy al colegio, atiendo a las clases, presto atención y llego a casa para hacer los deberes de ese día o estudiar lo que nos han explicado. Así día a día, y es que soy una alumna de segundo de bachillerato que está a las puertas de la universidad. Cada examen, cada nota cuenta para mi futuro (como todos dicen). De lo que haga ahora va a depender lo que estudie y la carrera que elija. Pero yo me pregunto, ¿qué me espera en el futuro?

Nos pasamos 18 años de nuestras vidas en el colegio, aprendemos a leer, a escribir, a operar, curso a curso los conocimientos que vamos adquiriendo son más complicados y sabemos más cosas. Y llegan los dos últimos años, y nos toca darlo todo; empezamos a tomar las primeras decisiones que van a dirigir nuestro futuro. Luchamos cada décima, presentamos todos los trabajos optativos. Y tras pasar estos dos horribles años de trabajo y esfuerzo y hacer la selectividad, sentimos que nos hemos quitado un peso de encima. Pero ahora empieza lo bueno.

Las carreras, o “grados” como se dice ahora, duran ahora 4 años, siempre que no elijas ni farmacia ni medicina, y a eso debes añadirle el máster que quieras hacer para darle a tus estudios ese toque distintivo del que todos hablan. Es decir, que, tras aproximadamente 23 o 24 años estudiando, si todo va bien, estás preparado para sumergirte en el mundo laboral.

Somos la generación que mejor preparada ha estado en la Historia ,y sin embargo, pasados estos 23 años, salimos ansiosos al mundo laboral para el que tanto tiempo nos habíamos preparado, para descubrir que vamos a ser un número más en la lista del paro.

Pero un buen día recibimos una llamada para trabajar en el bar de la esquina, un mes, cobrando un sueldo mínimo y trabajando muchas más horas de lo normal. Y aceptamos, porque pese a que nuestros estudios sean de ingeniería biomédica, bioquímica, derecho, magisterio, la necesidad de trabajar y hacer algo nos supera. Aunque hay una minoría afortunada que puede encontrar trabajo en lo suyo, para 3 meses y en condiciones peores de las debidas.

Así es que hoy tristemente vivimos una coyuntura en la que tenemos médicos ejerciendo de taxistas, ingenieros arreglando bombillas… Y esto si tenemos suerte, porque por desgracia los jóvenes vemos nuestro futuro lejos de nuestro país y nuestra casa. Y puede que tal vez tengamos a los mejores médicos entre nuestras aulas, o a los mejores abogados, puede que en mi clase esté el futuro descubridor de la cura para el cáncer, pero por desgracia hay bastantes posibilidades de que países como Alemania disfruten de él antes que nosotros.

Todos los oficios son necesarios, y no debemos menospreciar ninguno, pero también hay que conseguir que nuestros jóvenes ejerzan la profesión para la que se han preparado, y que lo hagan aquí.

María Álvarez, 2º Bachillerato A